Llegado al pueblo de Santo Antonio da Serra, subimos a bordo de una camioneta que lucha para adentrarse en lo más profundo de la selva brasileña. Son las 12 del mediodía, el sol pega fuerte y se filtra por el denso bosque de bambú.
Selva adentro, en la magnífica quinta de Sinal do vale, me seco el sudor y contemplo la abundancia natural: las papayas que cuelgan de los árboles, los mangos florecidos, las esponjas vegetales, las moringas, los palmitos.
Me recibe el equipo de Sinal do Vale, 10 jóvenes voluntarios de diferentes rincones del mundo que vinieron hasta este recóndito lugar de la selva brasileña con la convicción compartida de que un mundo más sustentable y equitativo es posible.
En tiempos donde los países en desarrollo más grandes como China e India han aumentado sus emisiones de carbono en un 47% y 55% respectivamente, Sinal do Vale es un centro para la innovación sustentable único en el mundo.
Tuve el privilegio de trabajar en el proyecto de educación ambiental de esta organización. En la escuela primaria del humilde pueblo de Santo Antonio, reflexionamos con los niños sobre los problemas que enfrenta nuestro mundo hoy. Y puesto que uno de los valores de base de Sinal es “learning by doing” (aprender haciendo), optamos por recuperar el patio de la escuela y hacer una huerta orgánica.
Fueron tres meses de trabajo muy exigente pero realmente grato. ¿Alguna vez trabajaste con un propósito diferente del dinero? Es una de las sensaciones más hermosas que se puede sentir en la vida. Como dijo Galeano, al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Enfocada en reforestar, concientizar a la comunidad sobre el cambio climático y ser un punto de encuentro internacional para la sustentabilidad, esta organización de la selva brasileña financia sus actividades con fondos de organismos internacionales pero se encuentra actualmente en la transición hacia la autosustentabilidad financiera.
Este año comenzó a financiar sus proyectos a través del ecoturismo y de una innovadora escuela de emprendedores sociales, donde 20 jóvenes estudiantes y emprendedores de todo el mundo ya están aprendiendo cómo crear empresas híbridas que resuelvan problemáticas sociales y ambientales.
Hoy el 1% de la población concentra más riquezas que el 99% restante, por esto debemos conectarnos y pasar a la acción Ha quedado demostrado que los gobiernos no pueden ni deben ser los únicos catalizadores del cambio. Necesitamos estar unidos y replicar estas ideas en nuestras comunidades. Cambiar el mundo es un trabajo en equipo. ¿Contamos con vos?