Hoy en día las empresas sociales son consideradas como un poderoso agente de cambio para enfrentar los problemas sociales y ambientales como la pobreza, la deforestación, la desigualdad, el analfabetismo, entre otros.
Muchos gobiernos entendieron la importancia de fomentar la creación de estas nuevas organizaciones e implementaron interesantes programas de apoyo a los emprendimientos de impacto. El resultado está siendo exitoso. En Europa, una de cada cuatro start-up creada es una empresa social. Sin embargo, se estima que en el mundo existen 125 millones de empresas clásicas, es decir, empresas que persiguen solamente el beneficio económico, por lo que constituyen la segunda institución más grande luego de la familia. ¿Qué ocurre con ellas? ¿Es posible transformarlas en empresas sociales?
Muchos líderes de empresas clásicas se están preguntando cómo adaptar sus organizaciones al vigoroso movimiento de la economía social o de las Empresas B. La respuesta podría encontrarse en la innovación y la adaptación de sus empresas a la nueva economía social. Esta innovación puede tener lugar a nivel del modelo de negocio o a nivel del producto.
La innovación en el modelo de negocios
Podemos convertir una empresa clásica en empresa social modificando algún componente de nuestro modelo de negocio o cambiando alguno de nuestros stakeholders, es decir, eligiendo con nuevos criterios a nuestros proveedores, nuestros recursos humanos o el segmento de mercado. Por ejemplo, el restaurante argentino Delicias para el Alma que sólo contrata meseros con síndrome de Down con el fin de proporcionar oportunidades para estas personas excluidas. Del mismo modo, el clásico restaurante parisino Café Médicis que solo se provee de materias primas orgánicas para luchar contra la contaminación del agua y el suelo producida por los agroquímicos.
La innovación en el producto
Podemos transformar nuestra empresa clásica en empresa social creando nuevos productos o servicios cuya comercialización generen un impacto positivo ambiental o social. Se trata de productos o servicios que resuelvan total o parcialmente una problemática social y/o ambiental. Por ejemplo, la empresa social Xinca que fabrica calzados ecológicos, reciclando neumáticos usados, luchando así contra la contaminación causada por la disposición de estos materiales. Un instituto de formación puede aprovechar sus profesores para dar clases de emprendimiento social para un sector vulnerable de la sociedad y así.
Como podemos observar, es posible transformar una empresa clásica en empresa social. De hecho, un número creciente de empresas multinacionales como Natura o Danone están uniéndose al movimiento de la economía social. Esta transformación puede contraer beneficios múltiples como la creación de una masa de clientes nuevos, aumento de las ventas y mejor posicionamiento en el mercado. ¡Los beneficios pueden ser muchos!
No existe una fórmula para transformar una empresa clásica en empresa social. Por eso, cada emprendedor debe usar toda su potencia de innovación y aportar su grano de arena para mejorar el mundo desde su empresa.