Después de 10 años de vivir una ascendente carrera dentro de Microsoft de México, Israel Estrada decidió dejarlo todo y perseguir sus propios intereses.
Durante su etapa corporativa, este ingeniero en sistemas y MBA por el ITESM Campus Toluca, aprendió aspectos relacionados con la gestión de equipos multidisciplinarios, la generación de campañas de marketing digital para el consumidor mexicano, la negociación con proveedores y socios de negocio, el desarrollo y lanzamiento de productos tecnológicos, la planeación de estrategias de merchandising y Go to Market, entre otras tareas que hoy le permiten atacar un problema que identificó en la industria del consumo masivo.
El primer acercamiento al emprendimiento surgió en 2006 durante su intercambio universitario en España, donde conoció el concepto de impacto social y el cual, desde ese momento, incorporó a su forma de trabajo. Aún en Microsoft, fue premiado por idear una estrategia que apoyaba a los niños de Fundación Teletón y a sus padres mediante la comercialización de paquetes de software.
El problema de los pequeños productores
Israel conoce bien, por su experiencia en retail, que las dificultades que un pequeño productor enfrenta no son solamente generadas por la competencia de un gran número de productos y marcas que inundan los anaqueles de los comercios de autoservicio, sino por el alto costo que representa ingresar y destacar en estos canales.
Lo anterior, conocido como “costo de marca”, implica esfuerzos como el autofinanciamiento (provocado por las políticas de pago), las aportaciones de marketing y punto de venta, los costos de distribución y logística y, por último, las comisiones de venta. Este sobrecosto, que oscila entre un 40 y un 400%, se transfiere al consumidor en el precio final y termina por desinflar los sueños de los pequeños productores que buscan ofrecer sus productos a nivel nacional.
El desarrollo del concepto
Después de analizar algunos modelos de negocio como el de la japonesa MUJI, una cadena de tiendas que ofrece todo tipo de productos sin marca, y Brandless, una plataforma de San Francisco que ofrece alimentos, bienes de consumo y del hogar elaborados por productores locales, decidió tomar lo mejor de cada uno y, con su propia experiencia, crear un catálogo en línea que centralizara, sin gran variedad, los productos básicos para el hogar, alimentación e higiene; logrando entrelazar diferentes cuestiones que le apasionaban.
Mientras investigaba, encontró que para cumplir con la regulación de COFEPRIS, era imposible ofrecer productos sin que éstos fueran respaldados por una organización que participara como responsable en cada uno de los procesos de la cadena. Lo anterior, lo forzó también a registrar un nombre comercial y, sin la intención de ser relevante, escogió “Sin Marca”.
Para agosto de 2017, finalmente tomó la decisión de renunciar y tras un breve periodo de descanso comenzó la planeación. Constituyó en septiembre de 2018 y para ello, contó con el apoyo de amigos y familiares que aportaron $200,000 MXN para arrancar el desarrollo, mismo que
contribuiría al consumo del mercado local e impactaría positivamente a la sociedad.
La selección de los aliados perfectos
A través de bazares, expos especializadas e internet, el emprendedor se acercó a diferentes productores que cumplían con sus requisitos de producción limitada o artesanal con formulaciones biodegradables, libres de sustancias tóxicas, amigables con el medio ambiente y/o
de origen orgánico. A todos ellos los visitó personalmente para probar sus productos, verificar sus procesos e invitarlos a colaborar.
Al día de hoy, entre sus casi 20 proveedores se encuentran, un laboratorio en la CDMX que hace las formulaciones de productos industriales, productores de café chiapaneco, de chocolate de mesa originario de Campeche, de miel de abeja de Zitácuaro y de productos de cuidado para la piel de Guadalajara.
Para cerrar el ciclo, además de ayudar al consumidor y al productor, quiso incluir un tercer beneficiario, pues al momento de hacer el pago de los productos, el primero tiene la opción de seleccionar entre diferentes causas para apoyar donando el 3% de cada ticket de compra.
Actualmente, Sin Marca colabora con dos organizaciones: el Comedor Vicentino, que ayuda a gente en situación de calle, y Milagros Caninos, que recoge perros de la calle u otros animales que han sido víctimas de maltrato o mutilación.
Con miras a poder ampliarlo a cinco instituciones, ya
trabaja con una cooperativa de agricultores de café, ocupándose de las certificaciones y procesos, para que, de esta manera, logren abandonar la dependencia de las rentas de molinos.
Llevar Sin Marca al siguiente nivel
El lanzamiento de la plataforma se realizó el 1 de enero de 2019 y aunque ha sido un proceso lento, pues recae enteramente en el awareness de la marca y el resultado de las pautas digitales, ha logrado un incremento importante en el número de visitas, registros realizados y compras
efectivas.
En su operación, Sin Marca compra stock directamente de los productores que almacena en su propio centro de distribución (ubicado en la Ciudad de México) y realiza las entregas de los productos.
Para los siguientes meses prevé ampliar su catálogo actual de 30 productos de 5 categorías a un total de 60 y, posteriormente, iniciar el siguiente año con 120 artículos en su oferta. Para lograrlo, planea levantar una ronda semilla durante este año o principios de 2020. Asimismo, en el plan de
negocios original incluyó desarrollar un canal de comercialización físico a través de puntos de venta itinerantes.
¿Cómo puedo apoyar este proyecto?
Si te interesa recortar los elementos intermedios que en ocasiones no agregan valor al consumidor y ayudar a los productores locales a acercar sus productos al mercado, ingresa a la tienda en línea y revisa su catálogo.