Por Alfonso Ricardi
¿Qué piensas cuando escuchas que alguien tiene depresión? Probablemente consideras que no es tan grave su padecimiento o al contrario, lo tomas en serio pero no sabes qué hacer para ayudarlo, o no reconoces los síntomas.
La depresión es un problema serio y no debe tomarse a la ligera, pues personas que la padecen pueden llegar a acciones autodestructivas, adicciones y hasta suicidio.
En México 10 millones de personas padecen de depresión, según una publicación de Milenio, aunado a esto la depresión genera altos costos entre baja productividad laboral y gastos relacionados con el suicidio.
¿Qué se pudiera hacer para atender esta condición de forma innovadora? ¡Con realidad virtual!
La realidad virtual como tratamiento para la depresión
Para nadie es novedad que la realidad virtual o VR, por sus siglas en inglés, está tomando terreno de forma acelerada: videojuegos, urbanismo, pornografía, entre otros.
Las ventajas que ofrece la realidad virtual está siendo aprovechadas por empresas, y ahora también son aprovechadas por el sector salud, como forma de reducir los síntomas de depresión.
La terapia de realidad virtual fomenta sentimiento de auto compasión y alivia la auto crítica, de acuerdo a un estudio publicado en el British Journal of Psychiatry Open.
En dicho estudio 15 adultos con depresión tomaron tres sesiones de terapia de realidad virtual, mismas que ya habían sido probadas en adultos saludables. Tras estas sesiones se les hacía una encuesta un mes después para analizar su humor y salud mental: nueve mencionaron una reducción en los síntomas de su depresión y cuatro respondieron que experimentaron una reducción significativa de los síntomas.
¿Cómo es la terapia?
Los pacientes usan los cascos de realidad virtual y se “transforman” en una persona virtual, la cual responde exactamente a los movimientos que ellos hacen en la vida real.
Una vez dentro de la persona virtual, los pacientes podían ver a un niño llorando sentado frente a ellos. Las instrucciones que se les daban eran las de mostrar compasión y consolar al niño. Al estar hablándole de forma amable al niño este comenzaba a calmarse y a dejar de llorar.
Después de esto, los pacientes se convertían en el niño y escuchaban las mismas palabras que ellos habían dicho antes.
“Confortando al niño y luego escuchándose, los pacientes dándose indirectamente compasión”, menciona el Dr. Chris Brewin, en un artículo de The Huffington Post.
Vale la pena resaltar que esto aún no ha sido probado a gran escala, sin embargo es un enfoque muy interesante que bien se pudiera intentar en nuestro país, ¿no crees?