En un estudio realizado entre 2020 y 2021 por CMD Innovation Lab, existe una respuesta clara a esta pregunta: Confianza. Según sus resultados, existe una percepción negativa hacia la financiación de startups en América Latina y el Caribe. En cambio, hay mucha más esperanzas en el capital humano para crear ecosistemas más sustentables y duraderos.
Dos puntos a destacar: al parecer confiamos mucho en nuestro talento y el de nuestros emprendedores, pero no tenemos la confianza suficiente para invertir en ellos. Más allá de eso, el informe revela la constante incertidumbre política a la que se ven sometidos los países de América Latina y el Caribe.
Inversión con emprendimiento e innovación, como agua y aceite
Durante la etapa de semilla de muchas startups, es necesario contar con la infraestructura de la administración pública, que por lo general está ligada a trámites burocráticos que generan desconfianza. Superada esta etapa, cualquier inversionista que desee seguir confiando en una startup se ve en la obligación de recurrir a alianzas en el sector público para garantizar su inversión. Las primeras etapas de desarrollo siempre están ligadas al sector público de un país, que a su vez es sometido a la estabilidad de sus políticas. Por lo que, con los constantes cambios de tendencias políticas, los inversionistas a veces se sienten escépticos con el panorama que se puede desarrollar.
Por otra parte, el mercado tampoco permite cortar un poco con esa dependencia, pues no se ha internacionalizado lo suficiente para establecer políticas o estrategias conjuntas entre diferentes fuentes de financiamiento. Al parecer, aún tenemos que organizar nuestra infraestructura para aumentar la confianza en la inversión.
La buena noticia: emprendedoras y emprendedores confiables
En lo que todavía existe confianza es en el capital humano. El estudio revela una mayor percepción positiva en cuanto al desarrollo del capital humano. Es decir, en la región todavía confiamos en el talento de los profesionales que aún se desarrollan y desean emprender en los países de América Latina. Se demuestra en la forma como las universidades son las principales incubadoras y aceleradoras de las startups, y gracias a que aún existen programas fomentados desde estas instituciones que promueven la innovación.
Desde este punto de vista, podemos garantizar que las ideas siempre están fluyendo y están buscando maneras de ser implementadas, aunque no puedan ser implementadas.
Hacia donde debemos llevar el emprendimiento social.
La respuesta debe ir enfocada al crecimiento del mercado que permita generar confianza en los inversionistas, los actores que actualmente desarrollan iniciativas en la región creen en soluciones orientadas hacia crear ecosistemas mucho más sólidos, donde se promueva la innovación con diferentes actores, que no sean solamente el sistema público o las universidades.
Confiemos más en nuestras propuestas desde el nivel económico y así motivemos a más inversionistas. La respuesta está en ampliar el mercado y desligarnos de las políticas públicas que pueden perjudicarnos. ¿Cómo crees que es posible lograr esto?