La puerta del emprendimiento social se nos abrió (díganme si me equivoco) cuando nos dimos cuenta de la incapacidad del gobierno para resolver los problemas más urgentes de la sociedad.
El emprendimiento social fue un ¡eureka!, en nuestra búsqueda de nuevas formas de incidir para el bien común. Éste se propone como la forma en que la iniciativa privada va a mejorar las condiciones de vida de las personas y revertir las afectaciones medioambientales con independencia del aparato burocrático. Pero ¿y si también pensamos en ayudar al gobierno?
Hoy el gobierno, en su esfuerzo por combatir las principales carencias sociales y medioambientales se enfrenta a 3 grandes problemas:
- Está invirtiendo en recursos e insumos, pero no en el logro de resultados. Así vemos, por ejemplo, que se destina 100 millones para equipamiento (insumo) de policías; siendo que el equipamiento no asegura per se la seguridad pública (resultado).
- Los presupuestos locales se planean con base a “lo que se ha invertido hasta ahora”, con un leve ajuste inflacionario.
- Los gobiernos duran menos que los problemas. No hay tiempo para experimentar con estrategias innovadoras (que además pueden restar credibilidad al gobierno en caso de que fracasen), ni hay tiempo para medir si se ha revertido o mejorado una variable importante.
Lamento decirles que sí, sí hace falta que la iniciativa privada le entre a ayudar al gobierno. Con esto no quiero decir que debamos cerrar las Empresas Sociales o que éstas estén obligadas a ayudar al gobierno; lo que quiero decir es que la iniciativa privada debe proponer nuevos caminos para que el gobierno cumpla su parte. Al final de la historia, los gobiernos son los que tienen los recursos económicos y legales para hacer los cambios más profundos.
Eso fue lo que Social Finance -una non-profit– se propuso en 2008 en el Reino Unido creando un modelo llamado Social Impact Bonds (SIB), o más recientemente llamado Pay for Success. Consiste en que un grupo de inversionistas y/o donantes financien un programa social por el cual el gobierno esté dispuesto a pagar con rendimientos (ROI) cuando éste haya demostrado cambiar los indicadores meta, en un plazo de tiempo que normalmente es de unos pocos años.
Así, los SIBs permiten: 1) financiamiento por adelantado, 2) enfocar la atención en el desempeño de los indicadores y 3) aproximarse de manera innovadora (y arriesgada) a los problemas de siempre.
Debido a lo apasionante y amplio de este tema, te invito a esperar la segunda parte de esta entrada, en la que explicaré los detalles de esta iniciativa y qué se ha logrado en México en este sentido.
Fuente: Liebman, J. & Sellman, A. (2013) Social Impact Bonds.
A Guide for State and Local Governments. Harvard Kennedy School. hks-siblab.org