Si estás leyendo esto, es muy probable que seas una mujer chingona. Intuyo que tienes unas ganas locas de comerte el mundo, que te mueve tu espíritu emprendedor y que estás metida en varios proyectos a la vez con tus estudios, en la chamba, entre cuates o con tu misma familia.
Lo primero, ¡enhorabuena campeona!, eres todo un ejemplo. Lo segundo, y con el debido respeto, ¿quién sabe lo que haces?, ¿te promueves?, ¿pides ayuda?, ¿le cuentas al mundo lo increíble que eres?
Si tu respuesta es un ‘no’ que sepas que no estás sola. La mayoría de nosotras tendemos a quitarle importancia a los esfuerzos que hacemos para conseguir nuestros sueños.
Y esto es un error, amiga. Si tú no eres tu principal promotor, ¿quién va a serlo? Si nadie sabe en qué estás trabajando, qué te mueve, qué te da miedo, qué necesitas para avanzar, ¿cómo vas a llegar lejos?
De este error me he dado cuenta hablando con Maica Gil, una mujer chingona que dedica su tiempo libre a que Silicon Valley sea inclusivo de verdad, no de boquita.
Maica lidera el Foro Internacional de Mujeres Emprendedoras en San Francisco, el tercero más grande de Estados Unidos, y acaba de lanzar Heroikka, una plataforma para que demos visibilidad a nuestros proyectos y apoyemos a otras mujeres con nuestro tiempo, experiencia o simplemente compartiendo lo que hacen en nuestras redes sociales.
Te recomiendo que escuches la entrevista que le hice en Disruptivo Mujeres para que te quede bien claro lo importante que es el empoderamiento. Pero antes, aquí van tres lecciones que todas podemos aprender de esta mujer chingona:
- “Las mujeres tenemos una responsabilidad: darnos cuenta de que somos un ejemplo”
La lucha de Maica se centra en una cosa: que las mujeres nos descubramos. Demasiadas veces sacamos nuestra prudencia, humildad y otros valores asociados con ser ‘femeninas’, hundiéndonos a nosotras mismas en el anonimato. El mensaje de Maica es claro: todas tenemos un pedacito de información que puede serle útil a otra persona. Tu principal tarea es descubrirte para participar en el mundo y ayudar a que otros mejoren. Hagas lo que hagas, te necesitamos.
- Dejemos ya de competir, no es nuestra naturaleza
A las mujeres se nos enseña que para llegar lejos tenemos que afilar las garras y competir. El problema es que la mayoría no somos así. Preferimos el consenso y la colaboración a la competencia, pero actuamos como si fuéramos las lobas más feroces de la fiesta.
El consejo de Maica es que abracemos nuestra autenticidad y trabajemos como nos gusta: siendo empáticas, sensibles, escuchando al otro y apostando por el desarrollo de quienes parecen más débiles – quienes de hecho pueden volverse los más fuertes de nuestra empresa.
- Que no te engañen con la diversidad, la inclusión es lo que vale
No es lo mismo que te inviten a cenar a un banquete ya servido a que te dejen elegir el menú antes de que empiece la fiesta. Esta es la metáfora que utiliza Maica para explicar la diferencia entre diversidad e inclusión.
Llevado a las empresas, el hecho que haya mujeres, hombres, homosexuales, transexuales, extranjeros, blancos, indígenas, asiáticos y… en fin, gente diversa, no quiere decir que la empresa sea incluyente. La inclusión es que todas las personas tengan voz y voto en la cultura organizacional y participen con sus diferencias representadas y atendidas en las actividades de la empresa.
Aquí puedes escuchar la entrevista completa para saber más sobre cómo poner en práctica estos consejos:
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