Generar cambios significativos requiere dinero, mucho dinero. Las promesas de patrocinios y de geniales eventos de recaudación son una trampa.
Quienes hemos migrado desde el mundo de las ciencias sociales o de las fundaciones, ONGs, etc., al mundo del emprendimiento social, tenemos una gran dificultad en entender la necesidad del dinero y las estrategias para generarlo. Sabemos que el dinero es el último de los fines pero el primero de los medios y, sin embargo, seguimos creyendo que vamos a poder financiarnos de la buena voluntad o (para los más osados) de ambiciosos eventos de recaudación.
Al término de este mes me despido de mi bebé Más por México, y lo dejo en manos de personas muy aptas. Este inspirador proyecto que nació en la mente de 3 amigos en 2012 me dio una oportunidad excelente para meter la pata y (obvio también) de hacer propuestas innovadoras de impacto social. Gracias a esos años de experiencia es que les puedo compartir aquí cuál fue mi proceso de aprendizaje sobre esta trampa de las no lucrativas en 3 etapas personales:
- Mi pecado. Creer que teniendo un plan con números reales y palabras rimbombantes, iba a ser suficientemente creíble para convencer a donantes y patrocinadores de que lo que hago conviene a su marca y que además tiene incentivos fiscales para ellos. ¿Resultado?, el choro fue creíble, pero del “te creo” al “te doy dinero” existe una brecha tan grande, que sólo pudimos sortearla contadas veces y por montos muy pequeños. Aprendizaje: depender de terceros que no son socios estrictamente comerciales o intermediarios para la venta, es difícil e inestable en el mediano y largo plazo.
- Mi arrepentimiento. Cuando aprendí a ver el impacto social desde la perspectiva verdaderamente de empresa social, aunque Más por México no aspirara a un modelo lucrativo. Gracias al aprendizaje de comunidades como Disruptivo o Innovación Social, puse en duda todo cuanto había hecho hasta el momento para lograr una estrategia de financiamiento efectiva. Aprendizaje: pon en duda la forma en que haces las cosas y no dejes de aprender.
- Mi salvación vino cuando las ideas empezaron a convertirse en proyectos y los proyectos en prototipos de los que podía aprender arriesgando poco, perdiendo y ganando al mismo tiempo, abriendo un camino que indicara por dónde y cómo podríamos hacer que nuestros beneficiarios pudieran pagar lo menos posible sin dejarnos en la calle. Fue también la oportunidad para implementar formas no monetarias de pago y de otros recursos por los que los beneficiarios estarían dispuestos a invertir más tiempo y esfuerzo (y también dinero otra vez jeje). Aprendizaje: buscar la solvencia económica en fuerzas que uno mismo pueda controlar y modificar en cualquier momento, de manera que el dinero no dependa de esa convocatoria de gobierno que no ganamos o del patrocinador que encontramos para un evento al que al final llegó el 50% de los asistentes esperados.
No pretendo fingir que ahora todo es miel sobre hojuelas o que así será también para ti. Los retos continúan y son bastante grandes. Más bien, te invito a que si sientes que estás en la trampa de las no lucrativas no te desanimes, ni tampoco te sientas obligado a cambiar tu modelo por uno lucrativo. A fin de cuentas, al leer este artículo, ya diste el primer paso para salir de la trampa: porque estás aprendiendo; ahora pon en duda lo que haces y empieza a experimentar. El que no arriesga no gana.