La revolución de la empresas

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El emprendimiento social es, antes que nada, una revolución en el ámbito empresarial. Pero, como toda revolución, está aquí porque hay algo que tiene que cambiar, y ese algo, lo tenemos tan arraigado, que hasta lo enseñamos en nuestras universidades como la “verdad absoluta” de la naturaleza de las empresas.

De todas las lecciones que tuve en la universidad, aprender sobre esta “verdad absoluta” es algo que realmente me molestó. Estudié Administración de Empresas en la Universidad Iberoamericana, y, aunque aprendí muchas cosas valiosas en mi carrera, recuerdo perfecto estar en clase y escuchar a mis maestros decir que en una empresa lo más importante de todo es el bottom line.

No me cuadraba bien ese concepto. Pensar que para una empresa lo único que importa es la línea de las utilidades en un estado de resultados (el famoso bottom line) me parecía terrible; y más todavía el hecho de que un maestro lo enseñara sin reparo a estudiantes que están entendiendo cómo funciona el mundo profesional.

Tomémonos un momento para entender lo que esto implica, para que vean que no estoy exagerando. Si a una empresa lo único que le interesa es su utilidad y cómo maximizarla, todo lo demás que suceda estará esclavizado a eso. “No te preocupes por el impacto ambiental negativo: si puedes conseguir materia prima más barata, adelante, ya que reduciremos costos…”, “¿Pagar sueldos justos a los empleados? Mejor paguemos lo menos posible, ya que nos permitirá tener mayores márgenes de utilidad…”.

Utilidad, utilidad, utilidad. Esto ha sido lo que ha motivado a las empresas durante muchos años y es responsable de algunos de los grandes problemas que tenemos hoy en día. Claramente, no todas las compañías son agentes del mal y en los últimos años la responsabilidad social ha ayudado a que algunas contrarresten el impacto negativo que tienen en nuestra sociedad.

Sin embargo, si una empresa está regida principalmente por la utilidad, todas las acciones positivas que realice serán secundarias y dependerán de que el estado de resultados muestre números que les gusten a los directivos.

Siempre me pareció que tenía que haber un cambio en esta naturaleza que nos permitiera dedicar nuestros esfuerzos a algo más grande que simplemente una línea de utilidad. Es por esto que cuando encontré el movimiento del Emprendimiento Social, entendí que esta revolución ya había comenzado.

Al igual que a mí, a muchos otros el concepto del bottom line les genera conflicto, pero su naturaleza emprendedora no les permitía encajar en las organizaciones de la sociedad civil, las cuales a pesar de hacer muy buen trabajo, no han logrado resolver las grandes problemáticas sociales a las que nos enfrentamos. Por ende, tuvieron que crear su propio paradigma.

Desde hace algunos años, estas personas empezaron a formar un nuevo esquema empresarial que toma lo mejor de dos mundos: el interés que tienen las organizaciones sociales de generar un cambio en nuestro planeta y las herramientas de mercado que permiten a las empresas tener modelos sustentables y escalables para crecer de manera exponencial.

Este nuevo esquema es el de la empresa social, el cual plantea un modelo híbrido que combina fines de lucro con la misión de resolver una problemática social o medioambiental. Es importante entender que no es lo mismo que responsabilidad social empresarial; en una empresa social, el impacto positivo en la sociedad y/o el medio ambiente no es una estrategia secundaria al modelo de negocio, sino que es su principal razón de existir.

Afortunadamente, hoy en día existen muchos emprendedores sociales, personas que verdaderamente están haciendo un cambio en nuestro planeta con modelos de negocio innovadores y sustentables.

Si quieres seguir la conversación, sígueme en Twitter: @delcerrojuan

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