Por: Cassandra Cazares, Competitive Engineering Leader en DICIO.AI
En México, sólo 33% de las mujeres posee una cuenta bancaria (PNUD). Transformar las condiciones de género requiere de la construcción de un sistema financiero equitativo, y un primer paso para cerrar la brecha es la digitalización de la identidad.
La identidad digital podría marcar la diferencia. ¿Porqué? Al reflexionar sobre el último reporte del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Capital (UNCDF) ‘Las mujeres como arquitectas de la Economía Digital’[, en el que señala que el ciclo de vida de las niñas y mujeres tiene diferentes necesidades y desafíos ligados a los servicios financieros: de los más de los 3.9 mil de millones de personas en el mundo sin acceso a internet, luz, que habita en zonas rurales, con mayor niveles de pobreza y menos educados son en su mayoría, mujeres y niñas, y 45% de ellas no tienen acceso a identificaciones básicas, tales como certificado de nacimiento o identificación nacional; la falta de este tipo de documentación evita el acceso a programas públicos de apoyo, a educación, a salud o a servicios financieros.
Es un ciclo fatídico, basta leer la sentencia más reciente del Foro Económico Mundial: “No alcanzaremos la paridad de género hasta dentro de 100 años en participación y oportunidades económicas, educación, salud o empoderamiento político”. La innovación tecnológica ayuda a dar reversa a esta sentencia.
En los estratos más vulnerables de la población existe un condicionante común: no cuentan con un registro. El ciclo de vida de las mujeres, hombres y niños en condiciones de pobreza es desafiante: cada año, casi el 50% de los nacimientos que se producen a nivel mundial no son registrados (ONU).
El derecho a la identidad es básico y tiene un propósito más importante que el registro mismo, es el boleto de entrada a programas de salud, sociales y de educación de todos los gobiernos a nivel global.
Las naciones con sistemas de identidad digital logran dar respuesta a problemas de salud, educación o sociales de manera más ágil y rápida. Ejemplo de ello, fue Chile, Tailandia y la India.
En este 2020, debido a la pandemia por COVID-19 los focos rojos se encendieron en todas las naciones, especialmente, en lo referente a la atención a grupos vulnerables, cuya población principal agrupa mujeres y niñas. En Chile, las autoridades lograron preinscribir rápidamente a millones de nuevos beneficiarios a programas de asistencia social gracias a su sistema de identidad digital.
Tailandia posee un robusto sistema de distribución de recursos económicos a programas sociales y lo hace a través de una identificación digital. Ello le permitió dar respuesta inmediata a los más de 28 millones de personas que solicitaron su ingreso al programa de trabajadores informales afectados por la pandemia.
Otro caso reciente y que resalta el peso de la identidad digital para las personas vulnerables es el de la India, donde el gobierno benefició a más de 200 millones de mujeres a través de un programa de inclusión financiera habilitado a través de la identificación digital.
En la nueva normalidad, la necesidad de distanciamiento social para evitar la propagación del virus puso en jaque a buena parte de los sistemas de asistencia social. Sin embargo, las naciones cuyos gobiernos tienen sistemas de identidad digital construyeron más rápidamente las redes necesarias para llegar a la mayor cantidad de personas afectadas.
Revertir el ciclo con innovación
Impulsar el desarrollo de las mujeres requiere del entendimiento de la situación y de habilitarlas con las herramientas necesarias para garantizar su desarrollo, tal es el caso del acceso a servicios financieros.
El reconocimiento de los derechos legales de las mujeres para administrar activos es uno de los termómetros que sustentan la falta de igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. Solo 65% de las mujeres poseen una cuenta bancaria a nivel mundial contra 72% de los hombres, y en México la cifra es más impactante, 33% mujeres contra 41% de los hombres.
En la medida que los gobiernos e instituciones financieras adopten nuevas tecnologías y modifiquen su enfoque respecto a las políticas que garanticen y faciliten el acceso a la bancarización, como es el caso de identidad digital y teléfonos móviles, la brecha de inclusión financiera se irá superando.
Un sondeo del sector financiero reveló que tener un documento oficial de identificación es obligatorio para abrir una cuenta en más de 124 jurisdicciones. Y, como expusimos antes, el número de registros oficiales a nivel mundial es precario.
En sintonía con estas cifras, el Banco Mundial lanzó la iniciativa Identificación para el Desarrollo (ID4D) en noviembre del 2018, cuya principal misión es reducir el número de personas sin identificación, mejorar los sistemas de registro civil e identificación digital en más de 30 países en vías de desarrollo.
La creación de sistemas de identidad digital efectivos podría tomar como ejemplo a naciones más avanzadas en el tema, como Uganda, Ruanda o Botswana. Estos países integraron los Registros Nacionales de Población con sus bases de datos de programas sociales, de tal manera, que el gobierno puede incluir en un clic a los beneficiarios a transferencias en efectivo sin aplicar una campaña de registro.
Los criterios de elegibilidad a los servicios financieros, de salud, educación y protección social ligados a Digital ID requirieron de la modernización de las políticas legales —eliminando barreras como tener un guardián varón o esposo para registrarse— o habilitando centros de registro más cercanos a poblaciones rurales o a través de las operadores móviles y la SIM de los teléfonos, o integrando el registro vía códigos QR o elementos biométricos, como el registro de huellas dactilares, entre otros.
Como vemos, la inclusión financiera digital será la puerta a reducir la brecha de género y potenciar el poder económico de las mujeres al darles acceso libre y efectivo a servicios financieros y programas sociales.