Nueve años atrás, desde un salón de clases en los edificios de la Universität Trier, Hannah Töpler soñaba con mejorar el funcionamiento de las sociedades y las personas que las conforman, por lo que dejaba atrás su natal Schorndorf, un pequeño pueblo ubicado en el sur de Alemania, para adquirir las bases que le permitirían conseguirlo.
Mientras estudiaba la carrera en Ciencia Política, tuvo la oportunidad de realizar prácticas profesionales en la European Foundation for Democracy (Bruselas), en la Misión Permanente de la República Federal Alemana en la ONU (Génova) y en algunos departamentos de la propia Universidad como tutora e investigadora asistente.
Una vez graduada, se mudó en 2015 a Londres para inscribirse a la maestría en Teoría Política, de la London School of Economics and Political Science, donde centró su aprendizaje en temas como los derechos humanos universales, la justicia global y las libertades de movimiento y de expresión.
Viendo cerca el final del programa, Hannah analizaba sus opciones y consideraba, por un lado, aspirar a una posición en las oficinas centrales de alguna organización internacional, como las Naciones Unidas, que seguramente tendría su sede en Europa o los Estados Unidos o, por el otro, hacer sus maletas y buscar alguna oportunidad que le ofreciera mayor cercanía a los problemas sociales, quizá en algún país de Latinoamérica.
El principio de la aventura llamada “México”
Hannah trabajó como asistente de investigación en noviembre de 2016 en la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, donde trataba temas sobre desplazamientos, migración, políticas públicas y rendición de cuentas por violaciones a los derechos bajo la perspectiva internacional.
Al cabo de ocho meses se integró al equipo de Oxfam México, donde trabajó con la dirección general primero en proyectos prioritarios y posteriormente, asumiendo el liderazgo en la definición de la estrategia de influencia e impacto de la organización a nivel nacional.
Con estas responsabilidades, Hannah tuvo acercamientos de primera mano en temas de gestión de recursos, operación de una organización y liderazgo de equipos, que más tarde encontraría de mucha utilidad.
De la curiosidad a la acción
Mientras trataba temas de desarrollo social en Oxfam México, Hannah se topó con unos factsheets que abordaban la inmigración hacia México, exponiendo que cada año al menos medio millón de migrantes y refugiados cruzaba la frontera sur de México. Tras analizar el documento, su primera impresión fue pensar que existía un error en la cifra, pues después del tiempo que llevaba viviendo en este país, no había escuchado a ninguna persona referirse a esta situación como algo relevante y ciertamente esa cifra le parecía considerable.
Este hecho le causó intriga y aún con la idea de que debía ser falso, se puso a investigar. ¿Cómo era posible que un flujo migratorio tan elevado hacia México pasara desapercibido, o al menos ignorado por la sociedad?
Hannah recordó que mientras estudiaba su maestría en Inglaterra, el país europeo vivía una división social generada justamente por el tema migratorio, empujando a sus habitantes a votar a favor del Brexit. También consideró que en su natal Alemania se vivía en el mismo momento una crisis de más de un millón de refugiados que empujaba a la sociedad a tomar bandos e incluso a votar a favor de partidos de ultraderecha con políticas más conservadoras en la materia.
Tras verificar con expertos y en diversas fuentes fidedignas, Hannah encontró que la cifra del reporte era correcta, acontecimiento que despertó en ella una hipótesis relacionada con que, si un flujo migratorio de ese nivel entra a un país anualmente y no se genera ruido ni controversia alrededor del tema, quizá quería decir que ese país producía menor rechazo a hacia el inmigrante.
Con esto en mente y con el apoyo de algunos especialistas, funda en mayo de 2018 INTRARE, lo que ella define como una startup social, con el objetivo de desarrollar un programa piloto de integración social y replicarlo en países donde la migración provocara mayores rechazos.
Haciendo de la migración un motor de crecimiento
Hannah, que nunca había tenido la idea de fundar su propia organización, comenzó a diseñar el programa piloto de INTRARE sin abandonar sus funciones en Oxfam México.
La primera generación del programa contó con cinco refugiados provenientes de países Centroamericanos, a quienes se les brindó capacitación y se les puso en contacto con empleadores de la Ciudad de México, tratándose en todos los casos de pequeñas empresas de servicios y manufactura.
Al medir los resultados y entrevistarse con las empresas, Hannah encontró que habían sido casos de éxito pues este pequeño grupo de migrantes contribuía al país que les había abierto las puertas y se había generado una buena experiencia para ambos lados.
La oportunidad de demostrar su impacto en mayor escala
Cuando llegaron a México en otoño de 2018 las llamadas caravanas migrantes, tanto lo que se comunicaba en los medios como lo que se escuchaba en las conversaciones sociales, reflejaba descontento social, opiniones negativas y discriminatorias, temor por la pérdida de empleos locales y, por ende, contradecía la hipótesis inicial de Hannah.
Como respuesta a esa situación, desarrollaron en INTRARE un programa de mayor alcance, del que obtuvieron buenos resultados, consiguiendo la apertura de varias empresas a impulsar programas para detener la cultura discriminatoria y ofrecer oportunidades laborales para los refugiados que entraban al país huyendo principalmente de la violencia.
Los retos presentes y futuros
Hannah dejó su trabajo en Oxfam México en enero de 2020 para centrarse en generar un mayor impacto desde INTRARE. Su primera iniciativa consistió en levantar una campaña de crowdfunding mediante HipGive, de la que obtuvieron apoyos por $7 mil dólares.
Asimismo, durante los primeros meses del año, y a pesar de la crisis, el equipo de INTRARE trabajó con tres generaciones de su programa, apoyando a un total de 36 refugiados que recibieron capacitación, mentorías y vinculación con empleos. En dos de estas ocasiones colaboraron con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), mientras que en la tercera participaron con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Casa Refugiados (PCR).
En paralelo, trabajando para encontrar el lado positivo a la situación derivada del COVID-19, donde todas las contrataciones se encontraban detenidas, se han centrado en diseñar mejores servicios para las empresas y su manera de monetizarlos, mientras esperan un mejor momento para poder lanzarlos al mercado.
Entre estos servicios se encuentran la asesoría en procesos de contratación a personas extranjeras, entendiendo los documentos migratorios necesarios y temas complementarios como los ajustes en cuentas bancarias para pagos de nóminas. También ofrecen la vinculación con candidatos que cumplan los perfiles buscados, capacitaciones para erradicar la discriminación y dinámicas de team building para integrar a los colaboradores migrantes.
Mientras que, por el otro lado, el programa para migrantes y refugiados se vio fortalecido y ahora incluye además de capacitación, mentorías para desarrollar habilidades y vinculación con empresas aliadas, una comunidad de apoyo, muy útil para aquellos casos donde la persona es madre soltera o en los que se tienen diferentes necesidades.
Además, aunque han encontrado una mayor apertura en la categoría de pequeñas empresas, detectaron el apoyo de los gigantes del reclutamiento laboral Adecco y Manpower, para incluir a los refugiados graduados del programa de INTRARE entre sus candidatos. Así mismo, grandes empresas como Walmart se han mostrado receptivos y han abierto sus oportunidades laborales a este segmento de la población.
Por último, INTRARE planea diversificar la oferta de oportunidades para refugiados al interior de la República, buscando catapultar las habilidades o experiencias previas que tuvieron en sus países de origen.