Seguramente, la frase “impacto social” fue una de las primeras que empezaste a incluir en tus conversaciones de todos los días una vez que descubriste el gran cambio positivo que pueden generar las empresas para los retos que tenemos en frente, y cuando empezaste a soñar en crear tu propia startup, o dar un giro a lo que ya hacías.
Me gusta que la gente use este y otros conceptos más seguido, de alguna manera lo que hablamos refleja lo que más nos importa. Sin embargo, creo que es buen momento para que, antes de que “impacto social” se convierta en una frase cliché y vacía de sentido, la entendamos con un sentido de transformación (desarrollo), y no sólo de intervención o ayuda.
Impacto Social de Desarrollo vs de Intervención
Una empresa que busca lograr un impacto social transformativo sería aquella que ha pensado y compartido a sus miembros una teoría de cambio que indique cómo piensa cambiar al mundo desde las posibilidades de la empresa. Tomando en cuenta que el problema social o ambiental al que se enfrenta es complejo (sino ya alguien lo habría resuelto) la empresa debería caracterizarse por: tener una visión amplia del problema, con soluciones hechas a la medida para la población objetivo y con la vista en el largo plazo.
Por otro lado, un impacto social de intervención, puede ser: una solución muy atractiva pero que responde más a un gusto de los socios que a una necesidad real; o cuando el producto o servicio que ofrece genera más problemas que soluciones (complejidad, contaminante, etc.); o ignoran las necesidades más inmediatas de sus clientes-beneficiarios o, en general, aquellas empresas que ofrecen soluciones superficiales, con vistas de corto plazo y generalizando las características de su beneficiario final.
¿Estás ayudando a los beneficiarios a tomar decisiones?
Una forma más profunda de entender el impacto social de desarrollo o transformación, es preguntando en qué medida el producto o servicio de la empresa social está ayudando a los beneficiarios a tomar decisiones entre un conjunto más amplio de opciones y que les permiten disfrutar el tipo de vida que valoran?
Por ejemplo, ¿cómo está ayudando mi proyecto de microcréditos a que los padres de familia puedan dedicarse un trabajo que les guste, cuando antes no tenían opción más que dedicarse al campo o el ganado?, o ¿cómo mis servicios educativos a los adolescentes están contribuyendo a que tomen mejores decisiones sobre su vida sexual y gocen del tipo de familia que quieren en el momento que lo deseen?
Además, el impacto social de desarrollo no se limita a la idea de que las condiciones de vida de una población mejoran sólo cuando tienen más dinero, más bien, sus acciones ayudan a que directa o indirectamente la gente tenga las posibilidades de conseguir, además de mayores ingresos, mejores condiciones de salud y educación para que, escapando de la enfermedad, la ignorancia y la precariedad tengan más opciones entre las cuales elegir vivir su vida y gastar su dinero de formas que más les convengan (y no sólo pantallas gigantes y antenas satelitales en sus casas de madera).
Al final, cualquier empresa de cualquier naturaleza podría justificar su carácter social por crear riqueza y dar trabajo, aunque sea pagando salarios de hambre o contaminando el ambiente. Lo que debe distinguir a una verdadera empresa social de una tradicional es su dedicación en mejorar estas condiciones más profundas, es decir, tener una visión de impacto social de desarrollo.