Cuando pienso en emprendimiento social visualizo a miles de personas cambiando realidades, creando una mejor versión de este mundo y de sí mismas; y al verlo desde esta perspectiva yo lo denomino “Emprendimiento emocional”.
Por si no te suena el término de Inteligencia Emocional (o si ya lo conoces, lo retomaremos de una manera breve y muy sencilla) es la capacidad de reconocer las emociones propias y ajenas; de saber gestionarlas y tener un autoconcepto de valor y de poder. Si te fijas, este concepto tiene mucho que ver con el Emprendimiento social en realidad. Si bien un emprendedor en general debe estar preparado para cualquier situación que se presente, como emprendedores sociales estamos tratando de solucionar una problemática, de ayudar a otros y realizarnos personalmente. ¿Qué es lo que más nos mueve entonces? Las emociones. Creo que ya podemos empezar a vislumbrar cual es la importancia de desarrollar dicha inteligencia.
En el sector empresarial hay evidencia muy clara de cómo la Inteligencia Emocional es determinante para el éxito o fracaso. Por ejemplo: El programa de American Express Financial para convertir a sus gerentes en “Asistentes emocionales” fomenta el crecimiento de la empresa en un %18.1 y registran también mayor retención de empleados y menos ausentismo. Por otro lado tenemos el ejemplo de Delta Airlines, donde Robert W. Allen que había sido presidente y director ejecutivo fue despedido a los 55 años por un déficit económico devastador, pero sobre todo, por haber matado el alma de la empresa.
Quizá no te has percatado, pero cuando creamos una empresa le estamos heredando todas nuestras características: si somos organizados se va ver en la estructura y procesos, si somos creativos, eso la va diferenciar, si tenemos una sana Inteligencia Emocional, también nuestra empresa, e indudablemente todo eso se verá reflejado en resultados. Un clima de cooperación, integridad y entusiasmo no sólo provoca empleados comprometidos con la misión y visión de la empresa, sino que favorecerá el impacto de la organización en su entorno social de manera productiva y contundente, que es la finalidad última de cualquier emprendimiento emocional.
Es momento de preguntarnos ¿Qué tan consciente soy de mis emociones? ¿Qué capacidad tengo de poder manejarlas en momentos críticos? ¿Tengo tolerancia al fracaso? ¿Soy capaz de automotivarme después de uno? Como emprendedor emocional ¿Qué tan empáticos soy? ¿Están desarrolladas mis habilidades sociales?
El Emprendimiento social es un proceso emocionante y emocional, y al percatarnos de ello podemos potencializar nuestros proyectos. Vamos más allá, dejemos de basarnos únicamente en el resultado final, demos el sustento para poder lograrlo. Apostemos por una identidad, por crear lazos reales entre nuestros colaboradores, porque estas emociones que ya nos mueven sean las bases de nuestra empresa. Tenemos una motivación que va desde lo profundo de nuestro ser, es momento de aprovecharla al máximo.
Acompáñanos en este camino donde en cada blog estaremos aprendiendo nuevas herramientas como: el salario emocional, índice de realización personal, el compromiso con la misión, identidad con la empresa, liderazgo emocional, grado de empoderamiento, etc. Exprésanos tus inquietudes, tus dudas. Te invito a descubrir juntos cómo marcar la diferencia por medio de este innovador concepto del emprendimiento emocional.
#SeamosLuzDelMundo
Cynthia Aguilar
Formadora en Inteligencia Emocional y Empoderamiento