Elvis, emprendedor social

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Take a look at you and me
Are we too blind to see?
Do we simply turn our heads
And look the other way

“In the ghetto”, Elvis Presley

Se estrenó en México, el pasado 14 de julio, “Elvis”, del icónico director australiano Baz Luhrman. Una biopic sobre Elvis Presley que no solo nos recuerda las mejores letras, y movimientos, del símbolo musical sureño-americano, sino el universo de posibilidades que deja sobre la mesa revisitar la fracción humana de ese símbolo, sus orígenes y conectar con sus más profundas obsesiones, limitaciones y luchas internas. Un Elvis vigente del que podemos recuperar algunas lecciones en su devenir ícono de masas, pero también, sujeto que le cantó a la justicia social. 

Si bien un negocio que aspire a la rentabilidad y sostenibilidad ha de perseguir la generación de utilidades como uno de sus principales objetivos al momento de construir y llevar a funcionar su “maquinaria” material y humana, hay, sabemos, también otros elementos que lo vuelven vigente y que, sobre todo, lo mantienen presente en la mente de sus clientes existentes, y posibles: su capacidad para conectar de manera humana. 

Ahí donde la ganancia y la obsesión por la conquista de nuevos mercados se vuelven, a ratos, las únicas estructuras imaginadas al exigir el máximo potencial de un negocio, Baz Luhrman y su reactualización de un Elvis “del gueto”, crecido en medio de la lucha por los derechos civiles para las personas afroamericanas en un Estados Unidos profundamente racista, nos recuerda y convoca a producir, desde la idea de los negocios y los emprendimientos en primera persona, oportunidades para cuestionar la manera histórica de hacer las cosas y transformarlas. 

En aquel viaje por la vida de Elvis Aaron Presley, una conclusión se nos devuelve vital ante la forma en la que vemos apagarse a la estrella frente a nuestros ojos: a un negocio, la colaboración, la autenticidad y su capacidad para conectarse con lo que pasa alrededor de él, más allá de cómo lo conducen sus direcciones, mentoras y mentores, es lo que lo mantiene a flote. La atomización y la sostenida dependencia al capital como únicos factores de éxito, son en sí mismos las maneras de condenarlo a la muerte.

Cinco lecciones que el Elvis ícono-persona nos deja sobre la mesa para internalizar al emprendimiento social:

Recuperar los orígenes

Aquello que puede hablar y desdoblar sus orígenes en la manera de contar su historia, es más creíble ante sus públicos y audiencias. La autenticidad mantiene vigente a una narrativa, a un símbolo o a un héroe. No te permitas perder lo que te hace diferente ante tu audiencia y te permite hablarle a nuevos grupos. Un buen concepto posiciona; su capacidad para mantenerse verosímil, fideliza.


Si tu emprendimiento no puede regresar a sus orígenes, e incluso llegar a replantearse y mejorar a partir de ellos, cuestiona en qué parte tomaste nuevos caminos y si estos te han llevado a donde te gustaría llegar. Se vale transformarse y reinventarse; y también, reconocer si las circunstancias nos han cambiado aún en contra de nuestra voluntad, en cuyo caso, retomar es completamente válido.

Construir organización

Conrod Kelly en el marco de Innovación social corporativa, nos invita a pensar en la escucha a las comunidades como un factor decisivo para la manera en la que los negocios pueden introducir la innovación de una manera más plena entre sus objetivos de transformación sostenida. 


De igual forma, Elvis nos cuenta que, en los mayores momentos de tensión y necesidad de decisiones complejas en un contexto de censura, la respuesta es la escucha y la incorporación de las reflexiones colectivas a lo que cuesta implementar desde una o uno mismo. Si bien no siempre es posible, como parte de un negocio, conviene construir y fortalecer mecanismos que permitan escuchar la voz colectiva como parte de la cultura laboral; así, cuando las decisiones más complejas llaman a la puerta, sabemos que existe la posibilidad de resolverlas desde una mente colectiva que mantiene viva la autenticidad de los proyectos compartidos.

En este sentido, también se vuelve oportuno recuperar la invitación a promover la diversidad al construir equipos de trabajo, así como las condiciones para que ésta permita, desde adentro de las organizaciones, cuestionar, mejorar e incentivar el cambio y la innovación en las metas que desean lograrse como empresa: hacer posible la diversidad, generar circunstancias para su existencia, participación y movimiento. 

Desnormalizar el abuso

Aunque la noción de “jerarquía” sigue formando parte de nuestras maneras de estructurar organizaciones y es lo más ampliamente difundido, y refuncionalizado, a nivel académico y empresarial, es importante recordar que “jerarquía” no es sinónimo de relación de abuso por el poder que representa: la subordinación laboral ha sido históricamente entendida como sinónimo de abuso, y es urgente entender que el poder involucra co-responsabilidad.

Una relación laboral, tanto de jerarquía como de paridad, no debe representar abuso. En un contexto laboral, tu trabajo, como cada parte de la cadena de valor, incluyendo la dirección del empleador, es relevante para llegar a las metas.

De igual manera, desnormalizar el abuso implica poder hablar de él dentro de los espacios laborales, pues generalmente éste sólo llega a reforzarse a ellos, pero proviene de otros climas, como el familiar y de los entornos de socialización primarios de las y los colaboradores.

Una relación abusiva se vuelve posible en un caldo de cultivo enmarcado por historias de violencia anterior, como contextos de precarización o situaciones de violencia física o psicológica. No replicar estas situaciones entre las y los colaboradores implica aprender a identificarlas y poder abordarlas internamente, desde enfoques transversales de trabajo vinculados con el core business y el modelo de impacto del negocio, para incentivar nuevas prácticas que las destierren y permitan pensar en maneras distintas de construir cultura. 

Cultivar resiliencia

Desde la promoción de espacios para incentivar el ocio y el descanso, hasta la construcción colectiva de reflexiones y situaciones que permitan hacer del trabajo un espacio para alimentar la sensación de logro y autorrealización como seres humanos.

Hoy por hoy, un factor que vuelve innovadoras a las organizaciones no es solo su capacidad metodológica para adelantarse al futuro, sino su manera de volver diferente el presente: si nuestros espacios laborales nos alejan de nuestras mayores fuentes de inspiración, en lugar de potenciarlas, continúan promoviendo la esclavitud. Necesitamos contribuir, colectivamente, para lograr espacios que alimenten nuestra humanidad cotidianamente, no solo cada quincena a través del dinero.

Tocar al mundo 

Convirtamos la mayor obra, el producto estrella, el servicio popular, de aquello que vendemos, en una oportunidad: un pretexto, para tocar la vida de las personas y posicionar mensajes relevantes, socavando la idea de que construir negocio va peleado con conectar de forma humana.

Frente a un agresivo contexto de represión y polaridad social, Elvis recuerda una frase que “el reverendo” de la iglesia a la que acudía cuando era niño le dijo: “cuando decir algo sea peligroso, canta”. La base argumental del gospel. Decide, en aquel contexto, crear junto a otras personas “If I can dream” (te dejamos un fragmento de la canción a manera de cierre), invitándonos a pensar que con “nuestra canción” (nuestra obra, nuestro proyecto, nuestros productos y servicios) tenemos siempre la oportunidad de tocar y transformar al mundo. 

Hagámoslo.

And while I can think, while I can talk
While I can stand, while I can walk
While I can dream
Oh, please let my dream
Come true
Right now

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