Hace unos años, en La Fundación Julius Baer ni se imaginaban que una plataforma digital podría convertirse en el corazón de su estrategia para reducir la desigualdad de riqueza en el mundo. Hoy no solo la tienen, sino que la usan para llegar a más personas, compartir soluciones reales y amplificar voces que suelen quedar fuera.
“Nos ha tomado tiempo entender cómo mejor utilizar esas herramientas digitales”, cuenta Nathalie Jean-Baptiste, directora de programas de la Fundación. “Pero en realidad son instrumentos para el bien. Y lo que quiero decirle a todas las personas que están dudando es: no les tengan miedo, inténtenlo.”
Con 60 años de trayectoria, la Fundación Julius Baer impulsa actualmente 27 proyectos en 21 países. Su meta es clara: reducir la desigualdad de riqueza y fomentar la movilidad social a través de ideas, investigación y colaboración. Y para lograrlo, están apostando por la tecnología —especialmente por la inteligencia artificial— como una aliada poderosa y accesible.
La desigualdad no se combate sola: hace falta innovación
En México y América Latina, millones de personas viven atrapadas en dinámicas de desigualdad: falta de acceso a oportunidades, educación de calidad, servicios de salud o posibilidades de desarrollo. En ese contexto, La Fundación Julius Baer entiende que no podemos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.
Por eso están impulsando un enfoque que combina innovación social y tecnología para conectar a comunidades, organizaciones y personas que están creando soluciones desde sus propios contextos. ¿La clave? Escuchar más, compartir mejor y usar la tecnología como vehículo de transformación.
Inteligencia artificial: una aliada inesperada
La inteligencia artificial, cuando se pone al servicio de causas sociales, puede amplificar lo que realmente importa: las voces de quienes están enfrentando los desafíos en carne propia. Para Nathalie, eso es precisamente lo que las ha motivado a integrar herramientas digitales en el trabajo de la Fundación.
“Nos permite abrir una plataforma a personas a las que no podríamos alcanzar de otro modo. Eso nos gusta mucho. Y lo que está interesante es que nos permite tener acceso a muchas más personas, pero también difundir ideas y compartir soluciones desde distintas realidades.”
Una de sus herramientas más potentes es la plataforma digital Wealth Inequality Initiative, un espacio abierto donde se pueden compartir conocimientos, experiencias y estrategias sobre cómo combatir la desigualdad de riqueza desde diferentes lugares del mundo.
“Es un espacio abierto a diferentes actores que pueden compartir sus ideas, las soluciones y también las cosas que funcionan y no funcionan sobre cómo están tratando de reducir la desigualdad en sus diferentes contextos.”
Como es una plataforma digital, también permite utilizar formatos diversos y llegar a personas muy distintas. Desde artículos y podcasts, hasta videos e informes colaborativos.
“Nos permite ser mucho más innovadores en cómo compartimos la información… También nos permite tener nuevas ideas de cómo integrar otros formatos digitales en nuestro trabajo.”
Aprender haciendo
El camino no ha sido inmediato ni sencillo. Como muchas otras organizaciones sociales, la Fundación enfrentó resistencias, dudas y aprendizajes internos.
“Nosotros mismos hemos tenido esa misma resistencia y nos ha tomado tiempo entender cómo mejor utilizar esas herramientas digitales tanto para nosotros difundir nuestro trabajo, pero también ser muy transparentes con el trabajo que están haciendo nuestros aliados.”
Pero con el tiempo, esas herramientas se volvieron parte esencial de su trabajo, incluso en términos de relacionamiento intergeneracional:
“Nos ha permitido crecer y hablar también con diferentes gentes, diferentes generaciones, desde los más jóvenes que saben utilizar las plataformas digitales muy fácil, hasta la gente un poco más grande que también están iniciándose a ese mundo digital nuevo.”
Lo importante es dar el primer paso, aunque haya dudas. Porque lo que está en juego no es solo adoptar tecnología, sino abrirse a nuevas formas de colaborar, de comunicar y de transformar el mundo en común.
IA para cambiar la conversación
La Fundación Julius Baer propone algo potente: repensar qué entendemos por riqueza. Porque no se trata solo de ingresos económicos, sino también de acceso, tiempo, bienestar, conocimiento y libertad.
“Hoy en día, la voz de cualquiera es una voz válida. Y lo que hace tener una plataforma digital es darle el mismo peso a diferentes personas, ya sea gente con muchísimos recursos como gente con pocos recursos.”
Con ayuda de la inteligencia artificial y el uso de plataformas digitales, es posible visibilizar soluciones comunitarias, amplificar ideas que funcionan en contextos locales, y generar redes de conocimiento colectivo que no dependan de estructuras centralizadas ni jerárquicas.
Así, la IA no solo acelera procesos o automatiza tareas. Puede convertirse en una palanca para construir sociedades más justas, participativas e inclusivas.
Al mirar hacia atrás, Nathalie y su equipo reconocen lo mucho que han aprendido en el camino. Lo que parecía complicado, ahora es parte de su día a día. Y eso ha abierto nuevas puertas, no solo en términos tecnológicos, sino humanos.
“Hace unos años jamás pensábamos que podíamos tener una plataforma digital y utilizar todos esos instrumentos para trabajar y difundir un tema tan importante como es la reducción de la desigualdad de riqueza.”
“Nos hemos dado cuenta que en realidad son instrumentos para bien. Y entonces lo que quiero decir a todos que están medio dudando en utilizar instrumentos digitales es: no les tengan miedo. Inténtenlo. Van a ir trabajando sobre la marcha y van a empezar a ver que a veces lo podemos utilizar para el bien de todos.”
La inteligencia artificial no es exclusiva de grandes corporativos ni de personas técnicas. También es una herramienta para las juventudes, para los emprendimientos sociales, para quienes luchan por la justicia desde lo local.