“Si quieres ser el próximo Bill Gates o Mark Zuckerberg y estás copiando lo que ellos hicieron, en realidad no has aprendido nada de ellos”.
De cero a uno, notas sobre startups o cómo construir el futuro es un libro de Peter Thiel, fundador de PayPal y uno de los primeros inversionistas de Facebook. También ha invertido en firmas como Yelp, SpaceX y AirBnB, entre otras.
Aunque el libro no está enfocado en emprendimiento social, decidí escribir acerca de él porque contiene ideas que me han hecho replantearme cómo estoy haciendo las cosas a nivel personal y profesional.
Según Peter Thiel, para construir el futuro hay que crear cosas nuevas; es decir, ir de cero a uno. Las compañías que lo hacen son las que consiguen el éxito, pero no sólo eso: también definen cómo viviremos en los próximos años.
Sin embargo, aun cuando este primer paso es tan importante, la mayoría de las compañías se enfocan en mejorar cosas ya existentes, es decir, ir de uno en adelante. Esto es mucho más fácil, pero no permite construir el futuro.
Parafraseando al autor: “La paradoja de escribir acerca de emprendimiento e innovación es que no existe ninguna receta o fórmula, ya que cada innovación es nueva y única”. “Si quieres ser el próximo Bill Gates o Mark Zuckerberg y estás copiando lo que ellos hicieron, en realidad no has aprendido nada”.
Ir de cero a uno es difícil, pues te obliga a hacerte preguntas que nadie más se está haciendo, te orilla a preguntarte: “¿Qué empresa valiosa no está siendo construida hoy?”.
La primera idea del autor que llamó mi atención plantea que la gente que responde esta pregunta logra desarrollar un modelo de empresa más exitoso: un monopolio. Así es, un monopolio es en toda la extensión de la palabra, una empresa que ofrece algo único.
La «competencia perfecta» significa que todas las empresas igualan sus servicios y tienen que vender al precio mínimo. De lo contrario, el consumidor se privilegia con una opción en particular y esto genera que las utilidades sean destruidas. En cambio, en un monopolio se pueden maximizar las utilidades, ya que la cantidad y el precio se equilibran.
Desde el punto de vista económico, nos han enseñado a pensar que todos los monopolios son iguales y que generan un impacto negativo. Sin embargo, hay una gran diferencia entre los monopolios surgidos de licencias especiales de gobierno, aquellos que bloquean la competencia y agreden al consumidor, y los monopolios que son tan buenos en lo que hacen que no hay nadie que pueda ofrecer un sustituto.
Un ejemplo de estos monopolios es Google, quien se distanció de empresas como Yahoo! y Microsoft desde principios de la década del 2000 y no ha tenido competencia desde entonces.
En un entorno competitivo, las empresas tienen que reducir costos sin importar el impacto. Sin embargo, en monopolios como Google sucede algo diferente, las utilidades no se reducen por la competencia, y así la empresa puede preocuparse por temas más relevantes, como sus empleados, sus productos o impacto que produce al mundo.
Si creemos que los monopolios son malos con los clientes, pensemos que los “monopolios creativos”, un concepto que introduce el autor en el libro, le agregan al consumidor categorías de abundancia completamente nuevas, convirtiéndose en verdaderos motores para mejorar el mundo.
La idea de “monopolios creativos” de Thiel me recuerda al concepto de «Océanos Azules» del libro de W. Chan Kim. En donde el autor plantea que las empresas con mayor éxito no son aquellas que superan la competencia, sino las que crean categorías completamente nuevas de mercado.
En este sentido, las empresas que se definen por cuánto se separan de la competencia no están planteando algo nuevo, no están yendo de cero a uno. Al pensar en construir algo nuevo, una pieza clave para lograrlo es ver cómo entendemos el futuro. Para el autor hay dos formas de hacerlo: podemos entender el porvenir como algo definido o como algo cambiante.
Según Thiel, quien además es un gran crítico del sistema educativo actual, todo el tiempo nos preparan para un futuro poco claro; se nos incentiva a tener las “opciones abiertas” en lugar de trabajar y planear para un futuro específico.Yo entiendo este concepto a la perfección, pues me he enfrentado en más de una ocasión a la necesidad de tomar decisiones importantes. Por ejemplo, cuando decidí qué carrera quería estudiar, todas las personas de influencia a mi alrededor, como mis papás y maestros, me impulsaban a desarrollar una profesión que me permitiera mantener las puertas abiertas. Al final, ese sentimiento de “estar preparado para todo” fue lo que me llevó a estudiar Administración de Empresas… aunque yo quería aprender cine.
Muchos nos enfrentamos a este tipo de decisiones en diferentes momentos de nuestras vidas, pero algo que plantea el libro (y que me parece que tiene una lógica muy sólida) es que solamente si vemos el futuro como algo definido, podremos sentirnos preparados y tener un plan claro.
Una persona que tiene un plan de acción claro sabe mejor qué puede hacer y lo hace, mientras que una persona que intenta tener sus «opciones abiertas» no puede estar preparada para todo.
Las personas que conocen bien cuál es su pasión o aquello en lo que quieren desarrollarse comienzan a prepararse desde jóvenes y pronto se vuelven expertos en el tema, mientras que otros pasamos años aprendiendo un poco de todo, esperando poder adaptarnos a los factores externos.
¿Quién estará mejor preparado para construir los siguientes pasos hacia el futuro: las personas que dominan un área y que por ende pueden construir sus propias reglas o aquellos que esperan a que el futuro se les presente?
Un ejemplo que ofrece Peter Thiel en su obra se refiere a cuando Yahoo! se ofreció a comprar Facebook por mil millones de dólares en 2006. Él pensó que era una oferta que había que considerar, no obstante, cuenta que cuando Mark Zuckerberg entró a la junta de directores dijo: “OK, equipo, esta reunión es sólo una formalidad, no debería de tomarnos más de diez minutos. Obviamente no vamos a vender”. Mark Zuckerberg es una persona que ve el futuro como algo definido y sabe hacia dónde va.
Pero, a los ojos de Thiel, hemos perdido el interés en crear cosas nuevas.
Una de las principales barreras para crear algo nuevo es el miedo a estar equivocados. Es fácil caer en la pregunta: “Si existe la posibilidad de descubrir algo nuevo, ¿no habría alguien increíblemente talentoso en el mundo –más inteligente y más creativo– que ya lo hubiera descubierto?”.
Cualquiera que sea la respuesta, el hecho es que “De cero a uno” es una excelente lectura. Lo pueden encontrar en Amazon.
También puedes ecuchar el episodio de Disruptivo donde hablamos del libro:
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