Estamos en un momento crucial para la innovación y la tecnología. Podemos incluso sentirnos presionados a -crear- y a dejar algo nuevo a este mundo que constantemente nos sorprende. La realidad deja de ser y vuelve a construirse en periodos muy cortos. Ser parte de estos cambios, también, puede ser abrumador.
Así como existen personas que aman la tecnología, existen otros que detestan o por lo menos, no disfrutan tanto de aprender y desaprender. Ser emprendedor requiere desarrollar estas habilidades, poder identificar los cambios, cómo adaptarse a ellos y también identificar el perfil de nuestro mercado potencial, nuestros clientes frente a los nuevos productos o servicios.
¿Nos gusta el cambio?
Responder esta pregunta ayudará a enfocarnos en el tiempo, no solo en un presente sino también en el mediano plazo. La vida de un producto o una idea innovadora es relativamente corta y hay que prepararse para sacar el mayor provecho de ello. El propósito de decir esto no necesariamente implica entrar en pánico sino poner los pies la tierra y aceptar que nuestro producto o idea de negocio ya en el mercado corre el riesgo de ser imitado, de ser el líder que tendrá seguidores. Y sí, puede que esos seguidores también sean buenos y se vuelvan competencia.
Pero, ¿cómo identificar nuestro mercado, descifrarlo y conquistarlo en una etapa temprana?
Para esto, conviene ubicar y visualizar la idea innovadora en la Curva de Everett Rogers, generalmente conocida como la Curva de Difusión de la Innovación. Aquí, se vuelve muy importante ver hacia futuro, primero por las necesidades de cambio para nuestro producto pero también ver el perfil de los adoptantes potenciales del producto o servicio. Según Rogers, aproximadamente el 50% de nuestros clientes serán los más atrevidos, curiosos y amantes de lo nuevo pero habrá algunos que se resistan a probar el servicio o producto. Es su naturaleza, no los cumplen.
Es así que los usuarios innovadores acaparan el 2.5%, los primeros seguidores el 13.5% y la mayoría precoz el 34% del mercado. Por más que sea una idea brillante, al emprender es necesario identificar el perfil de los clientes potenciales, la etapa en que se encuentran y más importante generar una estrategia para llegar a ellos, a los más arriesgados. Una de las ventajas bajo este escenario es que en las primeras etapas, existe la oportunidad de generar ganancias extraordinarias sobre el producto o servicio cuando conquistamos a los primeros grupos.
Acompañando lo anterior, ubicar nuestra innovación ayudará a trazar su camino hasta su madurez. Sí, las innovaciones también maduran. Ese momento en el que algo -novedoso- se convierte en un commodity y no hay más magia. Existen muchos ejemplos de esto en la vida diaria, uno de ellos es el iPhone. Paso de ser algo completamente innovador, a tener modificaciones significativas que lo ubicaron aún como una innovación tecnológica pero esto ha cambiado. Se acerca a un punto donde las nuevas versiones solo presentan mejoras representativas pero ya no son consideradas como novedad. De igual forma, vemos como el iPhone ha ido modificando su estrategia, de tener un precio alto, tuvo que sacar versiones -más moderadas- para abarcar un usuario que no estaba dispuesto a pagar tanto por un teléfono pero buscaba estar dentro de las tendencias tecnológicas de la era.
Mapear los cambios en las innovaciones y la actitud de los usuarios frente a ellas ayudará a tener una mejor estrategia para conquistar el mercado nacional e internacional.
Por: Aleithya Morales