El Eternauta, la nueva serie de Netflix, no es solo ciencia ficción. Es un ejemplo sobre cómo construir narrativas de resistencia, cooperación y sentido colectivo. Basada en la historieta argentina que se ha identificado como la más icónica del país, escrita por Héctor Germán Oesterheld en 1957, la serie pone en el centro a un grupo de personas comunes enfrentando una catástrofe: una nevada tóxica que cae sobre Buenos Aires como antesala de una invasión alienígena.
A diferencia de otras historias postapocalípticas como Soy Leyenda o Guerra de los Mundos, donde el protagonista sobrevive solo en ciudades icónicas del norte global, El Eternauta nos muestra un escenario donde la salvación no es individual es colectiva y sucede en el sur.
El verdadero protagonista de El Eternauta no es Juan (protagonizado por Ricardo Darín) es el grupo, así lo conceptualizó Oesterheld a finales de la década de los cincuenta y así lo plasma la serie de Netflix.
Por ello, comunicar que ante la inestabilidad política, económica y social la respuesta no está en individuos aislados sino en la colaboración y solidaridad es una de las principales lecciones que hoy podemos aplicar al diseño de estrategias de comunicación para las causas sociales.
Héctor Oesterheld, fue desaparecido por motivos políticos junto a sus cuatro hijas por la dictadura militar argentina encabezada por Rafael Videla. Un dato que resuena en un país como México en donde desde 2006 se han registrado por lo menos 125,000 personas desaparecidas, en su mayoría registradas desde 2006, año del inicio de la Guerra contra el Narcotráfico.
Cuando se trata de construir impacto, ¿deberíamos seguir celebrando a los héroes solitarios o es momento de contar otra historia?
Cuando hablamos o nos cuestionamos quién debe de protagonizar la historia de las transformaciones debemos entender que si hay un gran triunfador mediático es el individuo de la ética protestante de Weber, que supera obstáculos y engancha a las audiencias en el más puro estilo de Hollywood, donde el éxito es personal y fruto del esfuerzo aislado; la base de la narrativa meritocrática y el echaleganismo.
Joseph Campbell definió el «viaje del héroe» como la travesía de un personaje hacia la transformación personal. Pero El Eternauta nos obliga a ampliar esa idea. ¿Y si el héroe no es una persona, sino un barrio entero? ¿Una comunidad? ¿Un colectivo que se organiza para sobrevivir?
El Eternauta plasma una corriente de propuesta diferente al viaje del héroe tradicional: el protagonismo debe de nacer de lo colectivo. De los lazos, no del ego. Historias que muestran personas pero íntimamente ligadas a sus entornos.
Dicho enfoque ya lo destacaba como necesario Annie Neimand en una nota publicada a finales de 2023 en la Stanford Social Innovation Review donde advierte que muchas organizaciones de la sociedad civil siguen promoviendo historias centradas en individuos excepcionales, olvidando mostrar el ecosistema de lucha: «Debemos contar historias de individuos que colaboran entre sí para alcanzar un objetivo común».
Esto es precisamente lo que hace la serie, poner una gran lección social al centro de la discusión; nadie se salva solo, ¿por qué habríamos de comunicar lo contrario?
Si queremos que nuestras audiencias conecten, comprendan y actúen, necesitamos comunicar este poder colectivo que inspire a lograr las transformaciones sistémicas que necesitamos y la forma de hacerlo es clave.
7 Aprendizajes para la comunicación de causas sociales:
- No construyas sólo protagonistas, construye equipos.
- Narra procesos, no milagros.
- Evita el discurso salvacionista.
- Usa emociones de alta intensidad para activar la atención.
- Sitúa la historia en un sistema injusto, no en la desgracia individual.
- Construye héroes diversos.
- Visibiliza la colaboración.
El Eternauta no sólo es un hito cultural argentino. Es un espejo de nuestras propias urgencias sociales y sin duda aporta aprendizajes para repensar cómo contamos nuestras causas. Porque si vamos a construir un futuro diferente, necesitamos también cambiar las historias que le preceden.
