Desde el inicio de la revolución industrial, las temperaturas de la tierra han aumentado dramáticamente, pero la actividad humana es la principal responsable.
La temperatura de la tierra ha incrementado, desde 1880, en promedio 0.08°C por década; sin embargo, esa cifra es más del doble si consideramos comenzar a medir 100 años más tarde, en 1981, con un incremento de 0.18°C.
La mayor evidencia sugiere que los gases de efecto invernadero y la excesiva producción de dióxido de carbono, producto de los combustibles fósiles, son las primeras causas de que nuestro planeta sea, peligrosamente, cada vez más caliente.
Desde hace más de 20 años no teníamos, a nivel mundial, un promedio de temperaturas tan alto; de hecho, en 2022 llegó el sexto febrero más caluroso jamás registrado (Copernicus Climate Change Service/ECMWF). Y hace no tanto (2020), en México, presenciamos los meses de mayo, julio y noviembre más calurosos en la historia del país.
Pero la verdad es que hemos llegado hasta el punto en el que no necesitamos mucha experiencia en ciencias para saber que las temperaturas que estamos viviendo no son como las de hace algún tiempo. Y si a veces el fuerte calor es causa de memes, la verdad es que estas intensas olas de calor provocan en todo el mundo pérdidas tristes e irreversibles.
Cambios evidentes consecuencia de los combustibles fósiles
Ya son más de 100 años desde que los combustibles fósiles llegaron para quedarse, hoy en día son el 80% de la energía que requerimos diariamente en los carros, negocios y para iluminar los hogares.
El carbón, el petróleo y el gas natural son considerados combustibles fósiles, y son llamados así porque además de provenir de restos de plantas y animales, requirieron millones de años para su formación. Debido a sus orígenes, son fuentes de energía de las que pronto tendremos que dejar de depender, no solo porque se están agotando, también es necesario debido a que producen grandes cantidades de dióxido de carbono que están acelerando el cambio climático.
Las grandes desventajas de las energías no renovables (combustibles fósiles)
Pérdida y degradación de la tierra
Todo el procesos de extracción de petróleo, gas, y carbón, conlleva una destrucción de los ecosistemas; estas actividades requieren de una gran infraestructura como pozos, ductos, caminos de acceso, así como instalaciones para el procesamiento, almacenamiento y disposición de desechos.
Como consecuencia, la fauna y los paisajes naturales se ven afectados fatalmente. Incluso miles de especies han tenido que dejar sus hábitats, algunas se han extinguido o están en peligro de hacerlo.
Contaminación del agua
La mayoría de las actividades de obtención de combustibles fósiles requieren procesos químicos de limpieza y filtración, los cuales generan grandes volúmenes de contaminación en el agua, esto incluye metales pesados, aceites y materiales radioactivos que terminan en flujos naturales de agua. Algunas industrias incluso mantienen desperdicio peligroso al aire libre, lo cual puede poner en riesgo por completo los ecosistemas oceánicos.
Emisiones tóxicas
Los combustibles fósiles generan contaminantes desde antes de ser quemados. Diariamente millones de personas se exponen a estos tóxicos en el aire, desde encender parrillas de gas hasta el transporte y procesamiento de los mismos. Estos incluyen benceno (vinculado a la leucemia infantil y trastornos de la sangre) y formaldehído (un químico que causa cáncer).
Acidificación de los mares
La quema de estos combustibles pueden cambiar la química básica de los océanos. Los mares de la tierra absorben casi un cuarto de las emisiones de carbono producidas por los humanos.
Desde el inicio de la revolución industrial, los océanos se han vuelto 30% más ácidos, esta acidez provoca la disminución de la cantidad de carbonato de calcio en el agua, un elemento básico para que muchas organismos marinos logren producir sus conchas, afectando directamente toda la cadena alimentaria en los ecosistemas marinos.
Pero además del dióxido de carbono que se genera cuando impulsamos nuestros medios de transporte y nuestras industrias como hasta ahora lo hacemos, respiramos emisiones de mercurio, monóxido y óxido de nitrógeno, así como el smog que diariamente nos provoca muchas de las enfermedades respiratorias.
La respuesta puede estar en las energías renovables
Las necesidades urgentes de nuestro planeta nos han puesto en el mejor momento para buscar y motivar la búsqueda de fuentes de energía limpias y renovables.
Pronto estas energías no solo podrían ser una solución para detener el calentamiento global, también una manera de reducir los costos y llevar electricidad a lugares donde sorprendente e injustamente aún es inaccesible.
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