Paz sobre ruedas: Longboarding for Peace

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Dana, Juan, y Yahaira tienen dibujada un gran sonrisa en sus rostros al preguntarles qué es lo que más les gusta de patinar. Ellos no dudan en responder que es porque los hace sentir felices, libres y conocen más personas.

Incluso la mamá de Dana muestra felicidad al contar que el aprender a andar en patineta le dio a su hija una ilusión y la motivó muchísimo.

Como Dana, Juan y Yahaira, hay otros niños que están haciendo de la patineta una parte muy importante de su vida, a través de ella aprenden, se divierten y sobre todo cultivan una cultura de paz.

Esto lo están logrando gracias al trabajo de Longboarding for Peace México, un movimiento que lleva alegría a través de la patineta y promueve la paz.

De atleta profesional a atleta con causa

Llega un momento de tu vida en el que quieres poner tus conocimientos y habilidades al servicio de otros, buscar evolucionar y dejar tu aportación en la sociedad.

Antes de Longboarding for Peace, Edward Aviña, fundador del movimiento, se dedicaba a todo lo que tenía que ver con ser un atelta profesional: videos, demostraciones, competencias. Sin embargo, él sabía que se podía hacer algo más con el longboarding. Edward veía que la escena del longboarding o skateboarding estaba muy viciada por las marcas, el ego o el dinero, no se mostraba el bien que se podía hacer a través de la patineta.

“Lo que tienes cuando eres un niño y empiezas a patinar es que te llenas de alegría o empatía hacia tus compañeros, y eso es algo que se empieza a quitar con el tiempo, cuando ya te metes propiamente a hacer una carrera”, comenta Edward.

Esta mentalidad lo llevó a querer poner su granito de arena, regresar a esos sentimientos de niño y transmitir la alegría a otros, y por tal razón decidió fundar dicho movimiento.

Edward Aviña (izquierda)

Cuesta arriba

Al querer iniciar e implementar su iniciativa, Edward se encontró con mucha renuencia por parte de universidades o departamentos de deportes. Además que tuvo que sacrificar actividades escolares para lograr echar andar su idea.

“(En universidades) todavía está ese estigma que el skateboarding o longboarding, o cualquiera de esos deportes, no son deportes”, dice Edward. “Entonces para ellos es como ‘sí tu juguetito’”.

El tratar de dar esa imagen de profesionalización y de mostrar que se pueden hacer las cosas bien fue el gran reto que tuvo él, no obstante, Crecer Libre ABP, una fundación de Monterrey orientada a la educación mediante el juego, creyó en su proyecto y le abrió sus puertas para implementarlo.

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El impacto de una tabla con ruedas

Durante los diez meses que Longboarding for Peace ha estado operando en Monterrey, alrededor de 2 mil niños han sido parte de esta iniciativa. Solventando problemas como no tener tablas suficientes o cubrir gastos, el impacto ha sido evidente para Edward.

“La satisfacción de ver a los niños felices es algo irremplazable”, expresa, “ves a los niños realmente como se emocionan cada vez que van a patinar, como cuentan los días”.

Pero la felicidad es tan solo uno de los beneficios, pues a través del longboarding los niños desarrollan liderazgo, superación y sobre todo convivencia.

Edward cuenta que los niños se convierten en líderes y siempren tienen la iniciativa de ayudar a otros compañeros primerizos. Si los niños tienen miedo de subirse, los más experimentados les ayudan y les platican que ellos también tenían miedo pero lograron superarlo.

“El maestro nos dice que cuando nos caemos significa que estamos aprendiento algo nuevo”, platica Dana sobre sus aprendizajes.

El éxito de la patineta

Bien decía Edward que la escena del skateboarding o longboarding muchas veces tiene ciertos estigmas. Quizás se vea como que las personas que lo hacen se drogan, siempre están en las calles o que son buenos para nada.

La realidad es otra, y se puede ver a través de los niños que son parte de este movimiento. Se comprometen, son felices, se ayudan, se superan día con día sin importar de donde vienen.

“Yo creo que la ventaja más latente es que (el skate) es el deporte menos discriminativo del mundo”, menciona Edward, “no importa si eres mujer, hombre, tienes una patineta y eres un patinador, y eso es todo lo que basta para hacer una conexión con otra persona”.

Para él, el éxito que ha tenido la iniciativa en el poco tiempo que lleva no se debe a lo innovador o a la metodología que usa, sino a la sinceridad y humildad de su propuesta.

“Algo tan sencillo y básico como una patineta y la manera en cómo se une todo, tanto con los niños, adultos, sociedad y organizaciones. Es algo que ellos buscan”, expresa Edward.

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Lo que se viene

Actualmente Longboarding for Peace está buscando extenderse a otras partes de México como Guadalajara y Chetumal, así como a Latinoamérica, en Perú, Argentina y Chile.

Por otra parte, la iniciativa está comenzando a tener apoyo por parte de municipios, a tal grado que estos están colaborando con Longboarding for Peace para promover el deporte, salud y paz.

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Si quieres unirte a su causa o apoyarlos con equipo visítalos aquí.

Fuente original: SimpleChange

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