Ser una mujer emprendedora y empresaria es un gran reto hoy en día. Vas en contra del patriarcado de manera absoluta, desafiando al sistema y enfrentarás varios estereotipos cuando vayas en búsqueda de tus sueños.
Una de las frases nodales de Simone de Beauvoir es: No se nace mujer, se llega a serlo. Y es cierto. Desde muy pequeñas nos imponen roles para ser consideradas “mujeres de bien”. Y cada uno de esos roles perpetúa la opresión de las mujeres.
Desde el inicio de todos los tiempos, el rol de la mujer se ha limitado a la procreación, el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico. Durante siglos existió una subordinación legal de la mujer al hombre, ya fuera el esposo o el padre, en caso de que fuera soltera.
Es indudable que el feminismo hoy representa un verdadero peligro para el patriarcado. Las mujeres comienzan a ser libres, económicamente independientes y tienen una participación activa en la sociedad.
Nos hemos ido insertando poco a poco en campos que durante mucho tiempo fueron sólo para los hombres. Comienza a disminuir la brecha salarial y aumenta el reconocimiento del liderazgo femenino.
Falta mucho camino por andar, pero cada triunfo feminista nos da la oportunidad de rechazar ese rol pasivo y servil que nos imponen.
El poder de los roles recae en esa diferenciación entre géneros, en la cual los hombres son quienes resultan favorecidos, y aunque cada vez son más los hombres pro feminismo que les interesa trabajar su masculinidad para lograr una equidad, lo cierto es que las mujeres siguen cargando con gran parte de la responsabilidad cuando se trata de hijos y el funcionamiento de un hogar y una familia.
Yo soy de las que piensa que un hombre que se involucra en la crianza de sus hijos, no es un “buen padre”. No merece un premio. Es también su responsabilidad. No puedo dejar pasar que el machismo está encarnado también por mujeres y somos nosotras quienes a veces fomentamos conductas machistas y las normalizamos.
Debemos tener cuidado con eso y no olvidar que la primera víctima del
machismo es el hombre. Por eso, si decides emprender o ya eres una empresaria, una de las cosas que tienes que hacer es ignorar esos roles impuestos.
No debe causarte culpa alguna perseguir tus sueños y procurarte una vida libre de prejuicios con la que alcanzarás libertad para desarrollar tu potencial al máximo y darles el ejemplo a todas las niñas para que desde muy temprana edad sepan que pueden ser lo que se les ocurra y apasione. Llegar tan lejos como quieran, porque en palabras de Ayn Rand: La pregunta no es quién me va a dejar, es quién me va a detener.